La rivalidad entre Beijing y Shanghai

Beijing (Pekín) y Shanghai son consideradas las dos ciudades más importantes de China. Beijing es la capital, con mucha historia y es el centro de gobierno, mientras que Shanghai es el centro comercial del país y el emblema del desarrollo y la modernidad china. Como ocurre en España, con Madrid y Barcelona, estás dos ciudades tienen una fuerte y fascinante rivalidad, que está creando una dinámica que afecta en la política y cultura del país.

Los habitantes de ambas ciudades les gusta creer que su ciudad es más influyente, y eso ha creado una «pelea de orgullos». No solo se trata de una competencia sobre economía y política, sino también entre estilos de vida y maneras de pensar. Los nativos de Shanghai y Beijing no tienen culturas tan diferentes, pero se ven y se sienten diferentes, y lo saben, creándose todo tipo de estereotipos y bromas hacia sus rivales.

Estereotipos

Todos los países tienen sus clichés y en entre estas dos ciudades se han ido generando estereotipos donde la rivalidad es muy palpable. Los nativos de Beijing y Shanghai llevan décadas rajando y echándose basura entre ellos, mientras el resto de China observa y esquiva todo el fuego cruzado.

¿Qué piensan los shanghaineses de los pekineses? 

En Shanghai, la gente piensa que los pekineses son arrogantes y toscos. Y a pesar de que Pekín es una enorme urbe que alberga más de 20 millones de personas, la gente de Shanghai los tacha de campesinos, considerándolos amistosos, pero ruidosos e incultos. Esa visión viene influenciada porque piensan que no son tan refinados, ni están tan al día con la moda como en Shanghai, que además ha sido una ciudad más global.

También opinan que porque viven en la capital, los pekíneses actúan como si estuvieran dirigiendo el país y su actitud resulta engreída y molesta. Cuando se imaginan a unos pekineses, la imagen de un burócrata pomposo y una mujer regordeta en delantal viene fácilmente a su mente. Ven a los pekineses demasiado politizados, siempre hablando de chismes políticos y siempre con engreimiento, como si los políticos fueran parientes o vecinos suyos.

¿Qué piensan los pekineses de los shanghaineses? 

En Beijing opinan que la gente de Shanghai sólo se preocupan por el dinero, y son egoístas, además de hostiles hacia la gente de fuera. Piensan que los hombres de Shanghai dan muchísima importancia a los negocios, pero luego son dominados en sus hogares, mientras que las mujeres las tachan de «mandonas», siempre y cuando no están demasiado ocupadas yendo de compras y gastando dinero. Esta situación sobre que las mujeres en Shanghai se consideran muy calculadoras y difíciles de satisfacer, crea una visión de que sus maridos son poco hombres.

Desde Pekín, se considera que la gente de Shanghai solo saben hablar de cosas materiales, de ropa y sobre el estado del mercado, reafirmando una visión materialista de ellos, donde sólo les importa su bolsillo. Los pekineses consideran que sus conversaciones son más intelectuales. El shanghainés tiene una reputación de esnob, precupado por la moda y de ser excluyente, ya que los chinos de fuera que viven en Shanghai se sienten desplazados de sus círculos, aunque tal vez esto puede venir influenciado en que su dialecto es casi incomprensible para los hablantes de mandarín.

¿De dónde viene esta rivalidad?

China tiene muchas ciudades importantes y de enorme tamaño, aunque muchas de ellas son prácticamente desconocidas desde occidente. Pero en el caso de Beijing y Shanghai está muy claro que son las dos ciudades más representativas del país. Beijing durante cientos de años fue capital del imperio chino, albergó la ciudad prohibida donde los emperadores dirigían el destino de la nación. Pero con llegada del colonialismo y el comercio a nivel mundial, las cosas empezaron a cambiar. A principios del siglo XIX Shanghai se convirtió en el principal centro industrial y comercial de China debido a su situación estratégica que favorecía el comercio con Occidente. Y tras el Tratado de Nankín en 1842, esta se abrió al comercio internacional. A principios del siglo XX, Shanghai ya era considerada la ciudad más influyente del país, centro de la moda china, fue bautizada como el «París del Este». En 1932, Shanghai era la quinta ciudad más grande del mundo y el hogar de 70.000 extranjeros. Pero después de la revolución en 1949 y la llegada al mando del partido comunista, Beijing quedó como el centro del poder político y cultural del país y la influencia de Shanghai se fue disipando.

Después del fin de la Revolución Cultural (1966 a 1976) que trajo graves problemas a China, en 1978 se empezó la reforma y apertura económica de China, por lo que la influencia de Shanghai volvió a subir de nuevo, y la ciudad se convirtió en el corazón de las finanzas y el centro de la moda china. Por su lado, Beijing siguió teniendo el control político y cultural, albergando los organismos de gobierno estatales y muchas de las universidades más prestigiosas.

Durante estos últimos años la rivalidad no se ha frenado. Beijing, como capital, goza de grandes ventajas y tuvo un gran impulso tras la organización de los Juegos Olímpicos de 2008, donde se invirtieron 45.000 millones que ayudaron a darle un cambio de imagen a la ciudad y se consiguió una gran atención internacional junto con la llegada de un 1 millón de visitantes. Mientras la capital y el resto del país se enorgullecían, desde Shanghai, los Juegos Olímpicos de Beijing se vieron con alegría por China, pero con cierto recelo. Pero el 2010 fue el turno de Shanghai, con la organización de la Expo. Para no ser menos, Shanghai gastó casi 60.000 millones de dólares en la Expo y en mejoras de su infraestructura.

Las dos ciudades tras la fuerte inversión consiguieron modernizarse mucho, nuevas lineas de metro, terminales del aeropuerto, mejoras urbanísticas… pero esto aún aumento la rivalidad. Los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y la Expo Mundial de Shanghai en 2010, dan mucho juego para encontrar argumentos para compararse entre si, remarcando las virtudes y defectos de las dos ciudades, y por supuesto cada uno tira hacia su bando, destacando que su ciudad fue la mejor organizando el espectáculo, invirtiendo y elevando a China en el panorama internacional.

Beijijng o Shanghai ¿Qué ciudad es mejor?

La rivalidad histórica y la lucha de poder e influencia en el país no es la única competencia, también son habituales las comparaciones sobre que ciudad es más bella y mejor para vivir.

Shanghai es considerada más global y amistosa para los extranjeros occidentales. Atrás quedaron los tiempos coloniales, pero los barrios de las antiguas concesiones franceses, rusas, americanas y británicas siguen presentes, creando una interesante combinación entre estilo chino con algunos toques europeos y mezclado con espectaculares rascacielos, que le dan a esta urbe un aire de fantasía. Los shanghaineses están orgullosos que su ciudad es la capital financiera de China y sus virtudes: que son prácticos, educados, y de honor para mantener su palabra. Además, insisten que a pesar de que les tachan de exclusivos, ellos piensan todo lo contrario y afirman que Shanghai es una ciudad muy internacional que da la bienvenida a todos.

Beijing tiene las mejores universidades, la cultura, la grandeza y la historia. Fue la base de los emperadores y palacios Qing y actualmente es el centro de operaciones del Partido Comunista. La ciudad es menos global, pero mantiene más barrios históricos con hutongs, edificaciones tradicionales chinas y está organizada por enormes avenidas circulares, los anillos. Los pekineses están orgullosos de sus monumentos, como la Ciudad Prohibida o la Gran Muralla, y de su temperamento fogoso norteño. Ellos son los descendientes de los aristócratas y tienen una reputación en que se mueven por valores por encima de la influencia del dinero, por lo que Beijing es una ciudad menos «corrompida» por el dinero que Shanghai.

Según Zhu Xueqin, profesor de la Universidad de Shanghai y uno de los más conocidos intelectuales públicos de la ciudad: «Beijing es una ciudad masculina, Shanghai es una ciudad femenina».

Está claro que las dos ciudades tienen sus argumentos positivos y un estilo distinto, pero también tienen sus puntos negativos, como por ejemplo, Beijing sufre de una enorme contaminación y Shanghai no dispone de calefacción en invierno… Pero como podéis ver cada ciudad tiene sus virtudes y defectos y cada uno tira a lo suyo.

¿Y la rivalidad en los deportes?

Como es de esperar, en los deportes profesionales también existe rivalidad entre las dos urbes, aunque no es comparable ni por asomo a confrontaciones como las del FC Barcelona y el Real Madrid o las de Boca Juniors con River Plate. Los deportes en China no «mueven» tanto a las masas como en muchos países occidentales, pero sí que existe esa enemistad deportiva entre equipos.

En baloncesto, Los Beijing Ducks y los Shanghai Sharks son rivales y son históricamente dos de los mejores equipos de la liga china. Aunque ha pasado más de una década desde que los Shanghai Sharks estuvieran en una final, mientras que el equipo de la capital fue campeón recientemente en 2012 y 2014.

En el caso del fútbol, encontramos la rivalidad entre el Beijing Guoan y el Shanghai Greenland Shenhua, aunque de nuevo el Beijing Guoan esta teniendo mejores resultados que los diferentes equipos de Shanghai que juegan en la primera división china, pero de todas formas el mejor equipo estos últimos años no ha sido ninguno de ellos, sino el Guangzhou Evergrande.

En conclusión, es poco probable que los pekineses y shanghaineses en los próximos años se hagan muy amigos, ambos están muy orgullosos de su ciudad y su forma de vida. Tanto Beijing como Shanghi son muy importantes en el desarrollo del país, pero ambas urbes juegan distintos papeles y cada una tiene su propio estilo e identidad. Entonces, ¿qué estilo prefieres? ¿Beijing y sus fogosos norteños? o ¿Shanghai y sus sofisticados habitantes?

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